Borges y su obra, siguen constituyendo el canon consciente (e inconsciente) con el que se mide la narrativa argentina contemporanea. En el caso de Manuel Puig, quien se manifestaba tan ajeno a toda tradicion literaria, se impone entonces la pregunta de por qué compararlo con Borges. Pregunta pertinente porque, a primera vista, ambos autores y sus obras respectivas, poco o nada tienen en común. Y es precisamente a partir de esa equivocada observación inicial, y sobre todo, a partir de la fi liación Puig-Cortázar instaurada por un sector importante de la crítica argentina, que nace este artículo.
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