28 junio 2020

La muerte como efecto secundario

Ana María Shua


“El teléfono me despertó como si gritara. Era mi padre. Era de noche.”

Escrita en 1997, esta novela se desarrolla en una Buenos Aires futura y lejana que, con ese don profético que a veces tiene la ficción, de a ratos parece próxima. La ciudad está dividida en barrios cerrados y tierra de nadie; el poder del Estado es prácticamente nulo; la violencia es permanente y las cámaras de seguridad están en todas partes; ante la fragilidad individual y social, impera la cultura de lo aparente y lo artificial.

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