03 marzo 2021

Minotauroamor

Abelardo Arias

Un narrador en tercera persona presenta, como en el mito clásico, al Minotauro encerrado en el laberinto de Creta. Sin embargo, la figura que se va desprendiendo de él a lo largo de toda la novela, lejos de asimilarse a la que nos proporciona el mito helénico, se aleja de él para terminar configurando a un personaje humanizado. El lector asiste, de la mano del narrador, al proceso de humanización y espiritualización que marca la trayectoria vital/textual del personaje. Ahora bien, frente a esta figura ennoblecida del monstruo se nos presenta la figura degradada del héroe mítico: Teseo. Un héroe corrompido por la ambición desmedida y por la debilidad interior, incapaz de cumplir con su destino. El mismo Abelardo Arias confiesa que en la génesis de esta obra literaria se encuentra como motivación un cuestionamiento que lo abrumaba: conocer la identidad de la auténtica condición humana. Intentando responderse, recurre al mito clásico del Minotauro y lo recrea. Al respecto, él mismo declara: “Todo comenzó al preguntarme a lo Montaigne, ¿quién es más monstruoso, el Minotauro que sigue los dictados de su naturaleza o esos padres que enviaban al sacrificio a sus hijos para proteger sus vidas y la libertad del Ática? Sentí al Minotauro, tremendismo a lo Goya, tan de nuestras raíces, aquí y hoy. Imagen de minorías despreciadas o execradas. Parafraseando a Heidegger, es posible decir que toda novela nace de la devoción del recuerdo, y yo agrego, del desgarramiento metafísico de la conciencia”. De este modo surge Minotauroamor, una novela en la que el autor invierte el sentido original del mito para presentar al Minotauro con una interioridad sublimada.
 

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