Este libro que tengo el enorme gusto de haber sido invitada a presentar, gestado desde un ámbito de pensamiento latinoamericano –el espacio político – pedagógico del grupo de Trabajo de CLACSO “Formación docente y pensamiento crítico”-, convoca a una reflexión necesaria y urgente, en el momento histórico en que la Región se enfrenta al avance sin precedentes de una cultura neoliberal, donde se renuevan amenazas de proscripciones del autor nordestino. Para ese proyecto, que supone que el mejor modo de organizar la sociedad es la competencia, que condena al sufrimiento a millones de personas nacidas en los contextos más desfavorecidos, que pone en riesgo la misma perdurabilidad del planeta que nos cobija, el principal objetivo de la educación es el de formar sujetos adaptados, capaces de entrar de modo exitoso en esa lógica destructiva. “Recursos humanos”, fuerza de trabajo adecuada a los requerimientos a la lógica de la ganancia, consumidores siempre a la búsqueda de nuevas satisfacciones ofrecidas en la publicidad. Pone en cuestión el lugar que la educación ha tenido, desde por lo menos el siglo XIX, en la construcción de identidades nacionales, de sociedades democráticas, de trama social, de lazos comunitarios.
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