Cuenta la leyenda que el espíritu indomable de Cacheuta fue el que hizo brotar el agua que terminó con los que no le permitieron cumplir su objetivo.
Para los lugareños, esas aguas son el símbolo de la solidaridad humana, llevan en sí la nobleza de su origen: la hermandad de los pueblos por su libertad. Desde entonces, se brindan generosas a los que acuden buscando alivio para sus males.
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