Roberto Mariani |
Roberto Mariani. Por momentos más osado y atrevido que el otro Roberto. Más incómodo. Para él, no se trató ni de caer en lo groseramente exterior (como a menudo sucedió con los muchachos de Boedo) ni de criticar la pertinencia de la representación de la pobreza (el caso de la patota de Florida). Antes bien: a partir de la comprobación de lo absurda que resulta una existencia en la que se empeña la vida para llegar a ese momento en que “si no te has muerto tísico, te daré la jubilación” —la oficina dixit— vuelve consciente la risa burlona que provoca el drama ajeno y, gracias al trabajo con la categoría de lo grotesco, la resignifica. Procediendo de esta manera, Mariani —como todos los escritores de la tercera zona: Arlt, E. González Tuñón, Olivari, los hermanos Discépolo, Scalabrini Ortiz— dio cuenta de su realidad vital de manera efectiva, eficaz y acabada.
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